lunes, 17 de junio de 2013

Modernidad, postmodernidad, modernidades. Discursos sobre la crisis y la diferencia


Barbero realiza un estudio sobre la concepción del mundo de la cultura en América Latina (lo tradicional, lo moderno, lo culto, lo popular y lo masivo), además de mostrar la relación que se establece con los mecanismos modernos como es el caso de los medios de comunicación, “que parecían dedicados a sustituir el arte culto y el folclor, ahora los difunden masivamente”. Asimismo reconsidera el concepto de modernidad y la necesidad de formular estrategias que modifiquen una memoria histórica que dé cuenta adecuada de profundos cambios sociales; lo que este articulo pone en juego no son sólo nuevos objetos y nuevas estrategias de investigación, sino nuevos modos de concebir y plantear las luchas que se producen entre la cultura y el poder, entre lógica del mercado y producción simbólica, entre modernización y democratización.

América latina tiene una larga experiencia en cuanto vivenciaban una experiencia de instrumentalización, de modernización, cuya racionalidad era incompatible a su razón histórica, por ello se legitimó la voracidad del capital de la implantación de una economía. Se habla de una modernización económica y tecnológica de manera que no imposibilite o suplante la modernidad cultural. De allí deviene la “resistencia” de sus tradiciones y la contemporaneidad de sus “atrasos”, las contradicciones de su modernización y las ambigüedades de su desarrollo, lo temprano de su modernismo y lo tardío y heterogéneo de su modernidad.

En el siglo XIX se experimentaba la modernidad, conforme se asumía la nueva “experiencia”, la conexión entre cultura y vida, a la vez que se luchaba con las ambigüedades y contradicciones; ya en el siglo XX se derroco los valores y las tradiciones. La convulsión de los órdenes y de las instituciones sociales desde principios del siglo XX, acentuada tras la Segunda Guerra Mundial, ha producido una creciente penetración de significados de la modernidad en el tejido social de América Latina y se veía a esta como proceso económico y como movimiento cultural, entre modernización y modernismo. Al tiempo que la economía rompe por entero sus lazos con el periodo pre-capitalista, es así como el proceso irrumpe posibilitando la produccion y el consumo de masa ya no solo en Estados Unidos sino en Europa en donde las vanguardias comenzaron a ser resultado del mercado. Con esto también surge la idea del progreso ilimitado, es decir que el hombre, a través de la tecnología jamás agotaría las posibilidades de progresar e ir creando cosas infinitamente.

 La modernización sería un proceso histórico, mientras que la modernidad es una aspiración de valores que regulen tanto la vida social, cultural e intelectual de una sociedad. Esto, en parte tiene que ver con el desencantamiento del mundo y con la pérdida de protagonismo de la religiosidad. Esto no ha ocurrido del todo en América Latina: la modernidad no ha estado sujeta a un proceso de racionalización de la vida cultural, sí en cambio ha habido una racionalización económica, técnica, entendida como modernización. 

Jean François Lyotard en su artículo Reescribir la modernidad1, menciona que la postmodernidad no es una nueva edad, sino la reescritura de algunos de los rasgos de que se reclama la modernidad, y ante todo de su pretensión de fundar su legitimidad en el proyecto de liberar a la humanidad como un todo a través de la ciencia y la tecnología. Aclara de esta manera que la actitud posmoderna está siempre inmersa en la moderna, en tanto que la modernidad presupone un salirse de sí misma y resolverse en algo distinto. Así que la posmodernidad siempre ha estado y continuará estando en la modernidad: La postmodernidad no es una época nueva, es la reescritura de ciertas características que la modernidad había querido o pretendido alcanzar, particularmente al fundar su legitimación en la finalidad de la general emancipación de la humanidad.

 El modernismo en tanto deja de ser experiencia crítica que alienta movimientos para convertirse en ideología y culto a lo moderno; donde el déficit de la racionalidad económica y el exceso de legitimación política se transforman en legitimación o de sentido. En las modernas sociedades descentradas los muchos de vida conservan en la comunicación cotidiana “un telos de reconocimiento y entendimiento reciproco”, que es a la vez la posibilidad de acceso a las experiencias y las normas del otro y forma de sociabilidad, reserva de normatividad.

 Barbero menciona que la postmodernidad no significa la negación o el desconocimiento del pasado sino la negación a la nostalgia de la totalidad como unidad, el término “post” que significa el despegue de una sociedad más plural y abierta. Vattimo hace una reflexión radical sobre la crisis de la modernidad y propone una “ontología del declinar” en la que se busca dar cuenta del debilitamiento de la realidad que constituye lo esencial de la experiencia posmoderna. A través del desglosamiento de tres claves: La primera, la secularización del progreso: lo que se manifiesta en una sociedad en la que el progreso se convierte en rutina; la segunda, fin de la utopía de la transparencia: constituye el programa epistemológico de la ilustración su someter toda la realidad social al conocimiento científico, como el ideal político de la transformación radical de la sociedad; la tercera, la sociedad de masas como experiencia declinante de los valores fuerza. Debilitamiento de lo real, debido a la constante mediación y simulación que ejercen las tecnologías, en la dispersión estética y la espectacularización de la política.

“La modernidad en América Latina ha sido y es vista con una cierta esperanza, pero una esperanza revestida de ironía por las promesas incumplidas del proyecto modernizador”2 (Marín Bravo y Jesús Morales).

El programa cultural en este espacio ha tenido dos caminos conectados entre sí, cada uno de ellos con sus propias historias, sus propios desarrollos, sus propios tiempos, sus propios atrasos y retrasos, sus propias aceleraciones, accesos, sistemas, poderes, dominios, etc. Por un lado estaría el camino de la modernización económica y, por el otro, estaría el camino de la modernización política y cultural. En América Latina se ha privilegiado, como venimos señalando, el camino de la modernización económica, pues este proyecto cultural nuevo vinculado a la búsqueda de la trasformación social efectúa fuertes desplazamientos generando hibridaciones entre lo autóctono y lo extranjero, lo popular, lo culto, lo tradicional, lo moderno. Por tanto la cultura que se origina en razón de una modernidad que no termina de configurarse en Latinoamérica y la posmodernidad que aparece en escena presionando sobre tradiciones ritualizadas. A estas culturas que atribuyen recibo de los cruces interculturales generados por las migraciones masivas y las nuevas tecnologías se les llama culturas híbridas.

 Entonces la modernidad plural o modernidades viene a ser un proceso hibrido y disparejo, que se produce en el espacio comprendido entre el pasado clásico todavía usable, un presente técnico todavía indeterminado y un futuro político todavía imprevisible. En tanto la posmodernidad no es una época que se halle después de la modernidad como etapa de la historia.

Para entender la postmodernidad es indispensable aclarar el sentido del prefijo “post”. El “post” de la posmodernidad, a juicio de Gianni Vattimo, es “espacial” antes que “temporal”. Esto quiere decir que estamos sobre la modernidad. La Posmodernidad entonces no es un tiempo concreto ni de la historia ni del pensamiento, sino que es una condición humana determinada, en la condición postmoderna. Lo “post” de los postmodernos no implica de manera alguna y bajo ninguna circunstancia una superación o una negociación. Lo característico de lo postmoderno es que no intenta superar el pasado apuntando siempre hacia lo nuevo (caso concreto de lo moderno), sino sobreponerse del mismo. Asimismo el lugar central ocupado por la ciencia en los nuevos modelos de sociedad su conversión en fuerza productiva central no la convierte en el sustituto del discurso legitimador de la globalidad de los conocimientos.

 Francisco Rodríguez Cascante3, manifiesta que al pensarse la postmodernidad en América Latina, muchos son los elementos que entran en discusión. Tantas son las maneras de valorar el concepto como su misma ambigüedad lo permite: desde un cuestionamiento a la necesidad de trasplantar ideas de otras realidades a las nuestras hasta la implantación del fenómeno como algo propio de nuestro medio. También se ha leído como un irracionalismo filosófico o la dimensión ideológica del neoliberalismo que no tiene otro propósito más que eliminar la energía transformadora de cualquier tipo de revolución, sea burguesa o de carácter socialista. De la perspectiva posmoderna son positivas la aceptación y la celebración de las diferencias étnicas y culturales, tanto como el cuestionamiento y el reconocimiento de la imposición de los modelos culturales europeos, con sus visiones sobre la historia, el progreso, la humanidad en general.

 Por tal motivo, a manera de conclusión se puede decir que en América Latina sí ha habido modernidad junto a procesos de modernización, pero que también se han producido distintos puntos de desencuentro. En este sentido, cabe considerar la modernidad en América Latina como un proyecto inacabado, inconcluso, en el que su programa cultural y político, principalmente, está por materializarse de forma plena, asimismo podemos agregar que la postmodernidad viene a reordenar las relaciones de la modernidad con las tradiciones, asumiendo la heterogeneidad social. 

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1.- Jean François Lyotard  / Reescribir la modernidad
http://www.kepabilbao.com/files/modernidad/modernidad2.html

2.- Álvaro Marín Bravo y Juan Jesús Morales Martín / MODERNIDAD Y MODERNIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA: UNA AVENTURA INACABADA

3.- Francisco Rodríguez Cascante / Hibridación y heterogeneidad en la modernidad latinoamericana: la perspectiva de los estudios culturales

http://www.unistrada.it/docenti/3/MaterialeDidattico/2012/3/Rodriguez%20Cascante%20Hibridacion%20y%20heterogeneidad%20.pdf

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1 comentario:

  1. Kary,
    Tu itinerario es algo cambiante, impreciso en cuanto a lo que debería ser una ruta bien definida.
    No cumples con todas las mínimas exigencias.
    No es formato reseña y te dejas llevar a hacer un resumen.

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